miércoles, diciembre 30, 2009

De nueve a diez.

- ¡Feliz Año Nuevo!

- ¡Gracias! ¡Igualmente!

Ya oigo la archiconocida frase, de lejos, de cerca, que ya corta el aire con su voz hecha palabras de viento; parece que la gente tiene prisa por poner los pies por delante y cruzar el umbral del tiempo.

Se va un nueve, viene un diez. Un diez igual, diferente. Las copas se alzarán en la cúspide de un brindis vestido de fiesta; las uvas crepitarán bajo cuchillos de esmalte al ritmo de un grito de guerra - el de las campanadas; las plumas de los propósitos viajarán livianas, silentes, coronarán el cielo de estrellas inalcanzables y quizás, algún día decidan dejarse tocar por nuestras manos.

La gente enloquece; ¡el diez ya está asomando la cabeza! Un diez que acabará siendo igual que el nueve o ¿tal vez luzca una nueva cara? Quién sabe; el reino del misterio siempre habla en silencios.

Un tal Frío me envió unas imágenes curiosas, imágenes que fueron cazadas en algún año que se fue en el barco del adiós, dejando una huella, la estela de agua que queda después del ocaso. Quedan aquí, para que las tome el recuerdo...

Nota: el mensaje que acompaña a cada imagen no es mío, aunque quizás haya modificado algo algunos, para que se entiendan mejor.

¡Hasta un diez! ¡Feliz Año Nuevo!

¿Eh?



Digan << ¡pulque! >>



¿Quién dijo frío?



¿Spiderman?



¡No lo vayas a abrir del todo!



- ¿Y Jorge?

- ¡Bajo la cama!




¡Mmmmmmmm! ¡Comida enlatada!



¡Para eso hay hoteles!



¿Vamos a tu casa o a la mía?



Igual de equipados que los del D. F.



Y ahora, ¿qué le dirá al marido?



Me parecía que era así.



El hambre es cabrona.



¡A bajarse la calentura!



¡Vieja tenía que ser!



- ¡Súbete, wey! ¡Yo manejo!



¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!




Esta vaca se la cargó... ¡él!




Durmiendo a cuchararita.


Lo que no sabe es que el otro también es macho.



¿Pasas a por mí a las seis?



Con esa cara, ¿quién no estaría triste?



Orale, pero ¡ay de ti si no salgo bien!



Cómo esconder una lata de cerveza.



Si caemos por aquí, ¡nos los cargamos!



¡Éste sí que es el original!



¡A huevo! ¡Aquí no podrán encontrarme!



Pelea familiar.



¡El verdadero hombre murciélago!

lunes, diciembre 28, 2009

¿Preguntas con apellido?

La mente de L hacía tiempo que se había alejado del terreno de los estudios, pero, L decidió volverla a activar en busca de un sueño, sí esas mariposas de alas de seda, que baten sus alas y que pocos se animan a atrapar: quería ser médico. L tenía que lidiar también con el tiempo, a menudo oxidado, carcomido por su trabajo a turnos, que a veces se empecinaba en mezclarse con el horario de clases ¡Maldito! Por eso, en ocasiones, venía un poco ensinismada en su espiral de despiste e intentaba ponerse al día con una ayuda que seguramente no sería más que las perlas de cristal que caen de techados harapientos, roídos en su vejez -eso si llegaba; porque esa gente, el resto, se empapaban en sus abrigos de perfeccionismo y trazaban palabras de beso, que no siempre, al volver uno la espalda, continuaban sonriendo en sus arco iris de alegría o de paz: cuando uno era víctima o el objeto extraño, digno de un estudio exhaustivo, aquellas palabras, al definirse la ausencia, se convertían en afilados cuchillos. Y así hacían con L, no sé si ella lo sabría; " No sé cómo le puede gustar ésa a Christian ¡si no tiene culo! Poca cosa...""Ésa no tiene ni chicha ni limoná... eso sí, tiene unas tetotas..." "Si es que encima es tonta, tonta, tonta ¿no os dais cuenta?" " Y dice que quiere ser médico ¡ésa! ¡Ja,ja,ja!". Mientras, L seguía concentrándose en las clases, aparentemente ajena a la tormenta que despertaba el ruido de sus pasos, de su sola presencia, de su respiración y entonces, de repente, alzaba el brazo y tras el permiso concebido, lanzaba interrogaciones al aire, interrogaciones que los demás se empeñaban en puntearlas con el adjetivo de tontas.

- Las preguntas son el signo del ansia del saber, del interés ¡Sean bienvenidas! - había dicho alguna voz.

Hoy, algunos seres humanos las dan apellidos - inteligentes, buenas, interesantes... A veces, esos términos de compañía marcan interrogaciones con el símbolo del desprecio, de lo insípido e insignificante - tontas, malas... Por eso, un día, una interrogación dijo a la otra:

- ¡Qué raros que son los humanos! Nos alaban, vinculándonos con la sed del conocimiento y nos ligan a palabras de subjetividad, ajenas a nuestros lazos de sangre ¿Qué tenemos que ver nosotras con esos adjetivos? ¡Somos preguntas y punto! Y luego, después de tantos piropos al hambre del saber, ¡son capaces de echarnos un cubo de frío desprecio! No hay quien les entienda.

Así que las preguntas de L, fueron otras más, que se perdieron por las redes del absurdo, hasta que un día L se fue, cansada del frío invierno, olvidando su maleta de sueños.

Una vez, en otro país de tiempos distintos, un susurro me canturreó:

- No dejes que los demás se lleven tus sueños.
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Expongo estos premios que me dieron...

Dama Blanca...




Y χαμόγελα



A ellas les digo: - ¡Gracias!

Los dejo aquí para aquél que los quiera cazar. ¡Son para todos!

viernes, diciembre 18, 2009

Cae la nieve, todo es blanco...



Recuerdo esas noches de verano, que se dejaban caer, poco a poco, cuando el día decidía adormecerse y llevarse, sin demasiado éxito, un poco de esas gotas de vapor asfixiantes, ardientes,que clavaban sus uñas en la piel, arañándola con sus brasas de fuego; aquel espacio abierto, donde a pesar de las diferencias de edad y de la sensación de extrañeza inicial,uno la dejaba caer de los bolsillos y se contagiaba de la agradable voz de la alegría. Y ahí estaba, él, Lianco, formando parte de esas notas, que se elevaban en el aire y echaban sus polvos mágicos multicolores y las carcajadas y paradas de autobús distraídas del entretenimiento y diversión, una diversión sana y de brisa fresca de azul marino. Los pulmones se llenaban de ánimos de arco iris, mientras el mar dormido, te susurraba al oído.

Despacito pero, sin pausa, va llegando una nueva visitante, que vestirá al mundo de luces y de sueños.

-Contágiense del delicioso virus de mi baile; que el alma mueva sus pies y toque las estrellas del cielo. Dibujemos un pequeño y eterno paraíso de sonrisas- parece susurrar la señora Navidad.

Quiero atrapar esas burbujas de felicidad efímera y que sus pompas de jabón traviesas hagan estallar el alma de carcajadas monstruosas de felicidad. ¿Las damos caza? Para ayudar, os pongo un tema de Lianco, que si no me equivoco, lo escribió él. Espero que os guste, pero sobre todo, que os haga bailar.

¡
Felices fiestas!




P.D: Por si alguien quiere saber quién se esconde detrás de esa gran voz.¡Ssssh! quizás si miráis bien os podáis encontrar por ahí algún que otro famoso ¡Je,je,je!

martes, diciembre 15, 2009

La advertencia.

Había oído hablar del nuevo comercio; miles de bocas entusiasmadas, ensinismadas en un incesante ir y venir de palabras atropelladas, perdidas incluso en el vagón de lo ininteligible.

- Ve- le había dicho su amiga- ¡tienen cosas inimaginables!

Al fin, más que nada movida por la curiosidad, posó sus pies en el embaldosado del requetenombrado edificio. Aparentemente, era un comercio normal: los típicos pedazos de tela, haciendo realidad las fantasías de algún diseñador; las hábiles miradas de las dependientas, localizando las presas del campo y haciendo gala de su amabilidad formal... ¿Qué cosas se podían encontrar en ese lugar que lo hacían tan especial? De repente, obtuvo la respuesta: en un escaparate, había un hombre, aparentemente dormido. No sin incredulidad, leyó en el etiquetado " Hombre, 1500 euros". No muy lejos de la etiqueta, había una nota en la que rezaba: " Las autoridades sanitarias le advierten que el hombre perjudica seriamente la salud". Ahora empezaba a entender el ruido, el desgaste excesivo del nombre que portaba tan peculiar lugar.

domingo, diciembre 13, 2009

Señor de los Sueños...

La pequeña gran mujer (grande porque le habían obligado) vivía atada a la mazmorra del tiempo, de un tiempo que bailaba con los torpes pasos de contratiempos que susurraban sus latidos de oscuridad, sus pétalos tristes y marchitos, sus estelas de lo efímero y de lo que fue y se fue. De vez en cuando, recordaba el Jardín de la Infancia, haciendo una parada en la calle Melancolía. Y así, bebía el desayuno de los días, mojando una dulce galleta, catando un sabor agridulce.

El Jardín de la Infancia, era un país maravilloso. Sus acogedoras puertas se abrían a tu paso, te abrazaban en su mundo de color. El cielo azul sonreía con su intensa peonza del cielo, peonza de hilo invisible, que queriendo seguramente jugar, había perdido su forma de pera. El aire fresco y estable llenaba los pulmones y sobre el manto esmeralda, la colada de juegos, de espejos sin doble intención, de lagos de cristal y de acordes de inocencia, posaban sus alas de ángel. Cada día, había un nuevo descubrimiento, que se destapaba, que sorprendía con su nuevo vestuario de verdad. Y desde las ventanas, podía observarse el mundo de los adultos y esas cosas prohibidas y no prohibidas que uno no siempre comprendía muy bien. Pero, ahora, la realidad era otra: había cruzado la frontera; sólo podía sentarse secretamente en la butaca y observar la sonrisa de esos pequeños seres y el mar de virtudes primitivas y aún no afeadas por el crujir del tiempo. Sólo podía sentir arañazos de oscuridad que se entremezclaban y se confundían con estrellas fugaces. Pero, un día, El Señor de los Sueños, señor misterioso, la concedió un deseo: su estatura fue acortándose, las manos haciéndose pequeñas... Sólo fue una noche pero, fue suficiente, suficiente para saber del poder de la mente una vez más, para escapar al paraíso.

Cada noche, El Señor de los Sueños, coge su mano y la de unos cuantos fugitivos más. Cada noche, trazan historias en un arco iris de estrellas, en algún país lejano y viven la libertad.

sábado, diciembre 05, 2009

Nonsense.

- No pronuncien nuestros nombres. No tatúen corazones huecos en paredes de existencia - suplicaron las palabras, cansadas de ser usadas ,simplemente, para perseguir un claro objetivo que nada tenía que ver con la melodía de sus sílabas. Pero, la gente no las hizo caso, no las escuchó. Ahora, no son más que huérfanas de noches sin sol, pobres significantes sin significado, plumas ligeras de la nada. Ya no son poderosas brujas capaces de revivir poderosas máquinas como el corazón. Porque todas llevan el sello de la mentira, algo que por mucho que intenten ocultar, tarde o temprano sale a la luz. Porque el embuste cojea, se enlentece, pierde velocidad y acaba siendo destapado por las sábanas del tiempo.

Otra princesa, baja las escaleras del mundo. Sus ojos son dos charcas azules pero, seguro que él ni lo ha notado. Él se dispone, se prepara. Con una pose natural todo será mucho más fácil, sí. Ataca, tira sus flechas de terrones de azúcar. Pero, ella no le cree.

- Vaya suerte la mía. Otra resentida con la que me encuentro- murmura lleno de ira.

Ella ya sabe del terrible secreto de los vocablos, esa humedad vacía, esa nube muerta. Quizás siguió la dulce voz de una estrella guía, que la abandonó en medio del camino y la hizo perder el equilibrio.

Las palabras se ven atrapadas en el código de la simpleza. No son más que marcos vacíos, carentes de obras maestras. Las han succionado. Las han matado.

viernes, diciembre 04, 2009

"Dulce" tentación.

Acaricio suavemente la escopeta. Mis dedos se deslizan lentamente sobre el inerte metal, formando sinuosos caminos. Una pausa. Un agarre fuerte y de nuevo, un aflojar de tensiones rojas, que se despiden, se exhalan en el aire, aliviadas por la bienvenida libertad, por no convertirse en algo más. Mente ausente, que de repente, reacciona y ve a través de las cadenas de impotencia que la atan, de esa mezcla extraña de cielos grises, bañados en el enfermizo y fugaz deseo de la sangre y los aguaceros de nostalgia.

- No son conejos. No son conejos- repite.

Guardo la barra de batalla, de fuego silenciado, allá donde nunca debió haber salido: la cima del armario. Vuelvo la cara. Miro a la noche y no la puedo sonreír. Pienso en mi casa. La echo de menos. Allá, en la lejanía, una luz se enciende, una luz accionada por la mano invasora, una luz que sigo pagando. Y atesoro días en cometas de papel, que suplican una esperanza, un día en que la Justicia decida abrir los ojos. Ahora, yo también soy perro triste y sin hogar, pero a mí no me ven; los días en el hotel van desgastándose como los pétalos al llegar el otoño.

El arma, con su macabro baile seductor, me vuelve a llamar, me silba, me evoca, en notas de silencio. Siempre igual, con ese agudo chillido vacío con altos poderes hipnotizantes. Me tapo los oídos en las sábanas de la ignorancia: una cuesta hacia arriba. Me pregunto cuánto podré aguantar así.

Nota: últimamente, he visto o he oído casos como estos, con bastante frecuencia. Me llama la atención.

miércoles, diciembre 02, 2009

Ojos sin voz.

La indiferencia se hacía mujer en sus ojos, avanzaba y se abrazaba a su lánguida figura. Siempre las mismas ventanas bajadas, dormidas, ensinismadas en cualquier pieza fría de metal; hoy tocaba ese salchichón que estaba cortando. Y ella, ahí, soltando su manada de palabras, intentando callar esa música de distancia, ignorando día a día esa voz desinteresada, esos ojos sin brillo, esos labios sin voz. Hasta que Eusebio le devolvió la alegría: trazaba hojas de mundos encantados, dibujaba soles en sus ojos, escuchaba con atención.

Hoy, el hombre del salchichón despierta. Ya no está la niña a su lado, lanzando su incesante cotorreo,que era la flor de la mañana. Las macetas están vacías y el frío le congela, se clava, le muerde, como un terrible cuchillo. Mira el cuadrado vacío de la pared y ve dos manos entrelazándose, acompañándose hacia un posible verano. ¿Será demasiado tarde para alcanzarlas?