miércoles, diciembre 30, 2009

De nueve a diez.

- ¡Feliz Año Nuevo!

- ¡Gracias! ¡Igualmente!

Ya oigo la archiconocida frase, de lejos, de cerca, que ya corta el aire con su voz hecha palabras de viento; parece que la gente tiene prisa por poner los pies por delante y cruzar el umbral del tiempo.

Se va un nueve, viene un diez. Un diez igual, diferente. Las copas se alzarán en la cúspide de un brindis vestido de fiesta; las uvas crepitarán bajo cuchillos de esmalte al ritmo de un grito de guerra - el de las campanadas; las plumas de los propósitos viajarán livianas, silentes, coronarán el cielo de estrellas inalcanzables y quizás, algún día decidan dejarse tocar por nuestras manos.

La gente enloquece; ¡el diez ya está asomando la cabeza! Un diez que acabará siendo igual que el nueve o ¿tal vez luzca una nueva cara? Quién sabe; el reino del misterio siempre habla en silencios.

Un tal Frío me envió unas imágenes curiosas, imágenes que fueron cazadas en algún año que se fue en el barco del adiós, dejando una huella, la estela de agua que queda después del ocaso. Quedan aquí, para que las tome el recuerdo...

Nota: el mensaje que acompaña a cada imagen no es mío, aunque quizás haya modificado algo algunos, para que se entiendan mejor.

¡Hasta un diez! ¡Feliz Año Nuevo!

¿Eh?



Digan << ¡pulque! >>



¿Quién dijo frío?



¿Spiderman?



¡No lo vayas a abrir del todo!



- ¿Y Jorge?

- ¡Bajo la cama!




¡Mmmmmmmm! ¡Comida enlatada!



¡Para eso hay hoteles!



¿Vamos a tu casa o a la mía?



Igual de equipados que los del D. F.



Y ahora, ¿qué le dirá al marido?



Me parecía que era así.



El hambre es cabrona.



¡A bajarse la calentura!



¡Vieja tenía que ser!



- ¡Súbete, wey! ¡Yo manejo!



¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!




Esta vaca se la cargó... ¡él!




Durmiendo a cuchararita.


Lo que no sabe es que el otro también es macho.



¿Pasas a por mí a las seis?



Con esa cara, ¿quién no estaría triste?



Orale, pero ¡ay de ti si no salgo bien!



Cómo esconder una lata de cerveza.



Si caemos por aquí, ¡nos los cargamos!



¡Éste sí que es el original!



¡A huevo! ¡Aquí no podrán encontrarme!



Pelea familiar.



¡El verdadero hombre murciélago!

lunes, diciembre 28, 2009

¿Preguntas con apellido?

La mente de L hacía tiempo que se había alejado del terreno de los estudios, pero, L decidió volverla a activar en busca de un sueño, sí esas mariposas de alas de seda, que baten sus alas y que pocos se animan a atrapar: quería ser médico. L tenía que lidiar también con el tiempo, a menudo oxidado, carcomido por su trabajo a turnos, que a veces se empecinaba en mezclarse con el horario de clases ¡Maldito! Por eso, en ocasiones, venía un poco ensinismada en su espiral de despiste e intentaba ponerse al día con una ayuda que seguramente no sería más que las perlas de cristal que caen de techados harapientos, roídos en su vejez -eso si llegaba; porque esa gente, el resto, se empapaban en sus abrigos de perfeccionismo y trazaban palabras de beso, que no siempre, al volver uno la espalda, continuaban sonriendo en sus arco iris de alegría o de paz: cuando uno era víctima o el objeto extraño, digno de un estudio exhaustivo, aquellas palabras, al definirse la ausencia, se convertían en afilados cuchillos. Y así hacían con L, no sé si ella lo sabría; " No sé cómo le puede gustar ésa a Christian ¡si no tiene culo! Poca cosa...""Ésa no tiene ni chicha ni limoná... eso sí, tiene unas tetotas..." "Si es que encima es tonta, tonta, tonta ¿no os dais cuenta?" " Y dice que quiere ser médico ¡ésa! ¡Ja,ja,ja!". Mientras, L seguía concentrándose en las clases, aparentemente ajena a la tormenta que despertaba el ruido de sus pasos, de su sola presencia, de su respiración y entonces, de repente, alzaba el brazo y tras el permiso concebido, lanzaba interrogaciones al aire, interrogaciones que los demás se empeñaban en puntearlas con el adjetivo de tontas.

- Las preguntas son el signo del ansia del saber, del interés ¡Sean bienvenidas! - había dicho alguna voz.

Hoy, algunos seres humanos las dan apellidos - inteligentes, buenas, interesantes... A veces, esos términos de compañía marcan interrogaciones con el símbolo del desprecio, de lo insípido e insignificante - tontas, malas... Por eso, un día, una interrogación dijo a la otra:

- ¡Qué raros que son los humanos! Nos alaban, vinculándonos con la sed del conocimiento y nos ligan a palabras de subjetividad, ajenas a nuestros lazos de sangre ¿Qué tenemos que ver nosotras con esos adjetivos? ¡Somos preguntas y punto! Y luego, después de tantos piropos al hambre del saber, ¡son capaces de echarnos un cubo de frío desprecio! No hay quien les entienda.

Así que las preguntas de L, fueron otras más, que se perdieron por las redes del absurdo, hasta que un día L se fue, cansada del frío invierno, olvidando su maleta de sueños.

Una vez, en otro país de tiempos distintos, un susurro me canturreó:

- No dejes que los demás se lleven tus sueños.
-----------------------------------------------------------------------

Expongo estos premios que me dieron...

Dama Blanca...




Y χαμόγελα



A ellas les digo: - ¡Gracias!

Los dejo aquí para aquél que los quiera cazar. ¡Son para todos!

viernes, diciembre 18, 2009

Cae la nieve, todo es blanco...



Recuerdo esas noches de verano, que se dejaban caer, poco a poco, cuando el día decidía adormecerse y llevarse, sin demasiado éxito, un poco de esas gotas de vapor asfixiantes, ardientes,que clavaban sus uñas en la piel, arañándola con sus brasas de fuego; aquel espacio abierto, donde a pesar de las diferencias de edad y de la sensación de extrañeza inicial,uno la dejaba caer de los bolsillos y se contagiaba de la agradable voz de la alegría. Y ahí estaba, él, Lianco, formando parte de esas notas, que se elevaban en el aire y echaban sus polvos mágicos multicolores y las carcajadas y paradas de autobús distraídas del entretenimiento y diversión, una diversión sana y de brisa fresca de azul marino. Los pulmones se llenaban de ánimos de arco iris, mientras el mar dormido, te susurraba al oído.

Despacito pero, sin pausa, va llegando una nueva visitante, que vestirá al mundo de luces y de sueños.

-Contágiense del delicioso virus de mi baile; que el alma mueva sus pies y toque las estrellas del cielo. Dibujemos un pequeño y eterno paraíso de sonrisas- parece susurrar la señora Navidad.

Quiero atrapar esas burbujas de felicidad efímera y que sus pompas de jabón traviesas hagan estallar el alma de carcajadas monstruosas de felicidad. ¿Las damos caza? Para ayudar, os pongo un tema de Lianco, que si no me equivoco, lo escribió él. Espero que os guste, pero sobre todo, que os haga bailar.

¡
Felices fiestas!




P.D: Por si alguien quiere saber quién se esconde detrás de esa gran voz.¡Ssssh! quizás si miráis bien os podáis encontrar por ahí algún que otro famoso ¡Je,je,je!

martes, diciembre 15, 2009

La advertencia.

Había oído hablar del nuevo comercio; miles de bocas entusiasmadas, ensinismadas en un incesante ir y venir de palabras atropelladas, perdidas incluso en el vagón de lo ininteligible.

- Ve- le había dicho su amiga- ¡tienen cosas inimaginables!

Al fin, más que nada movida por la curiosidad, posó sus pies en el embaldosado del requetenombrado edificio. Aparentemente, era un comercio normal: los típicos pedazos de tela, haciendo realidad las fantasías de algún diseñador; las hábiles miradas de las dependientas, localizando las presas del campo y haciendo gala de su amabilidad formal... ¿Qué cosas se podían encontrar en ese lugar que lo hacían tan especial? De repente, obtuvo la respuesta: en un escaparate, había un hombre, aparentemente dormido. No sin incredulidad, leyó en el etiquetado " Hombre, 1500 euros". No muy lejos de la etiqueta, había una nota en la que rezaba: " Las autoridades sanitarias le advierten que el hombre perjudica seriamente la salud". Ahora empezaba a entender el ruido, el desgaste excesivo del nombre que portaba tan peculiar lugar.

domingo, diciembre 13, 2009

Señor de los Sueños...

La pequeña gran mujer (grande porque le habían obligado) vivía atada a la mazmorra del tiempo, de un tiempo que bailaba con los torpes pasos de contratiempos que susurraban sus latidos de oscuridad, sus pétalos tristes y marchitos, sus estelas de lo efímero y de lo que fue y se fue. De vez en cuando, recordaba el Jardín de la Infancia, haciendo una parada en la calle Melancolía. Y así, bebía el desayuno de los días, mojando una dulce galleta, catando un sabor agridulce.

El Jardín de la Infancia, era un país maravilloso. Sus acogedoras puertas se abrían a tu paso, te abrazaban en su mundo de color. El cielo azul sonreía con su intensa peonza del cielo, peonza de hilo invisible, que queriendo seguramente jugar, había perdido su forma de pera. El aire fresco y estable llenaba los pulmones y sobre el manto esmeralda, la colada de juegos, de espejos sin doble intención, de lagos de cristal y de acordes de inocencia, posaban sus alas de ángel. Cada día, había un nuevo descubrimiento, que se destapaba, que sorprendía con su nuevo vestuario de verdad. Y desde las ventanas, podía observarse el mundo de los adultos y esas cosas prohibidas y no prohibidas que uno no siempre comprendía muy bien. Pero, ahora, la realidad era otra: había cruzado la frontera; sólo podía sentarse secretamente en la butaca y observar la sonrisa de esos pequeños seres y el mar de virtudes primitivas y aún no afeadas por el crujir del tiempo. Sólo podía sentir arañazos de oscuridad que se entremezclaban y se confundían con estrellas fugaces. Pero, un día, El Señor de los Sueños, señor misterioso, la concedió un deseo: su estatura fue acortándose, las manos haciéndose pequeñas... Sólo fue una noche pero, fue suficiente, suficiente para saber del poder de la mente una vez más, para escapar al paraíso.

Cada noche, El Señor de los Sueños, coge su mano y la de unos cuantos fugitivos más. Cada noche, trazan historias en un arco iris de estrellas, en algún país lejano y viven la libertad.

sábado, diciembre 05, 2009

Nonsense.

- No pronuncien nuestros nombres. No tatúen corazones huecos en paredes de existencia - suplicaron las palabras, cansadas de ser usadas ,simplemente, para perseguir un claro objetivo que nada tenía que ver con la melodía de sus sílabas. Pero, la gente no las hizo caso, no las escuchó. Ahora, no son más que huérfanas de noches sin sol, pobres significantes sin significado, plumas ligeras de la nada. Ya no son poderosas brujas capaces de revivir poderosas máquinas como el corazón. Porque todas llevan el sello de la mentira, algo que por mucho que intenten ocultar, tarde o temprano sale a la luz. Porque el embuste cojea, se enlentece, pierde velocidad y acaba siendo destapado por las sábanas del tiempo.

Otra princesa, baja las escaleras del mundo. Sus ojos son dos charcas azules pero, seguro que él ni lo ha notado. Él se dispone, se prepara. Con una pose natural todo será mucho más fácil, sí. Ataca, tira sus flechas de terrones de azúcar. Pero, ella no le cree.

- Vaya suerte la mía. Otra resentida con la que me encuentro- murmura lleno de ira.

Ella ya sabe del terrible secreto de los vocablos, esa humedad vacía, esa nube muerta. Quizás siguió la dulce voz de una estrella guía, que la abandonó en medio del camino y la hizo perder el equilibrio.

Las palabras se ven atrapadas en el código de la simpleza. No son más que marcos vacíos, carentes de obras maestras. Las han succionado. Las han matado.

viernes, diciembre 04, 2009

"Dulce" tentación.

Acaricio suavemente la escopeta. Mis dedos se deslizan lentamente sobre el inerte metal, formando sinuosos caminos. Una pausa. Un agarre fuerte y de nuevo, un aflojar de tensiones rojas, que se despiden, se exhalan en el aire, aliviadas por la bienvenida libertad, por no convertirse en algo más. Mente ausente, que de repente, reacciona y ve a través de las cadenas de impotencia que la atan, de esa mezcla extraña de cielos grises, bañados en el enfermizo y fugaz deseo de la sangre y los aguaceros de nostalgia.

- No son conejos. No son conejos- repite.

Guardo la barra de batalla, de fuego silenciado, allá donde nunca debió haber salido: la cima del armario. Vuelvo la cara. Miro a la noche y no la puedo sonreír. Pienso en mi casa. La echo de menos. Allá, en la lejanía, una luz se enciende, una luz accionada por la mano invasora, una luz que sigo pagando. Y atesoro días en cometas de papel, que suplican una esperanza, un día en que la Justicia decida abrir los ojos. Ahora, yo también soy perro triste y sin hogar, pero a mí no me ven; los días en el hotel van desgastándose como los pétalos al llegar el otoño.

El arma, con su macabro baile seductor, me vuelve a llamar, me silba, me evoca, en notas de silencio. Siempre igual, con ese agudo chillido vacío con altos poderes hipnotizantes. Me tapo los oídos en las sábanas de la ignorancia: una cuesta hacia arriba. Me pregunto cuánto podré aguantar así.

Nota: últimamente, he visto o he oído casos como estos, con bastante frecuencia. Me llama la atención.

miércoles, diciembre 02, 2009

Ojos sin voz.

La indiferencia se hacía mujer en sus ojos, avanzaba y se abrazaba a su lánguida figura. Siempre las mismas ventanas bajadas, dormidas, ensinismadas en cualquier pieza fría de metal; hoy tocaba ese salchichón que estaba cortando. Y ella, ahí, soltando su manada de palabras, intentando callar esa música de distancia, ignorando día a día esa voz desinteresada, esos ojos sin brillo, esos labios sin voz. Hasta que Eusebio le devolvió la alegría: trazaba hojas de mundos encantados, dibujaba soles en sus ojos, escuchaba con atención.

Hoy, el hombre del salchichón despierta. Ya no está la niña a su lado, lanzando su incesante cotorreo,que era la flor de la mañana. Las macetas están vacías y el frío le congela, se clava, le muerde, como un terrible cuchillo. Mira el cuadrado vacío de la pared y ve dos manos entrelazándose, acompañándose hacia un posible verano. ¿Será demasiado tarde para alcanzarlas?

domingo, noviembre 22, 2009

Cambio de papeles.

Estaba trazando mis pasos por este mundo tan maravilloso y con tanto amor que dar, por este mundo de humo de tabaco, con extrañas cortinas de la noche que muy de vez en cuando dejan ver un tímido rayo de sol, de verdades de espejo, cuando de repente, encuentro una tormenta aún mayor: manos que dibujan su incredulidad al viento, voces que transpiran un halo de alucinación o voces ya medio templadas por la costumbre.

- La mujer ha pegado al hombre- escucho.

- ¿Qué pasa?- me pregunta un matrimonio que aún parece normal.

- Que la mujer ha pegado al hombre.- Respondo.

- Pues me parece muy bien- admite el hombre con gesto aprobatorio.

Aún me encuentra la sorpresa y no sé por qué. Debería ya haberme atrapado la rutina entre sus garras. Debería estar dormida para siempre en este mundo de abundantes tijeras y de escasos pegamentos eternos. Debería estar muerta. A veces, no sé cómo este cuerpo joven de alma vieja puede andar entre tantos agujeros. Súbitamente, un recuerdo planea,batiendo sus alas extensas, hasta posarse en mi cabeza: cerca de casa, un hombre encontró los pedazos rotos, maltrechos, también de alma rota, de una mujer, en contenedores de basura que inútilmente trataban de guardar los secretos. Ya era demasiado tarde para tratar de unirlos.

viernes, noviembre 20, 2009

Desde la lejanía.

Un coche no identificable, avanza su camino. Su ruta es desconocida y conocida a veces. El paisaje repite sus cantos de poesías secretas, una y otra vez; ahora, un ligero matiz y un cambio de sentido: ya no son los mismos brazos verdes los que se divisan en las ventanas del cristal. Dime, paisaje ¿cuándo cambiaste?

Las señales también quedaron atrás, señales de sonrisas, de figuras que duermen en la oscuridad. A veces, se adivinan sus siluetas negras, que deambulan huérfanas y se difuminan en la mente. Son huecos vacíos que a veces dejan sentir su olor a nostalgia. Decidme, ¿por qué os quedásteis atrás?

Todo ha cambiado. Todo cambia. Dos frentes. Dos contrarios. Una línea de guerra y de repente, cruzas el umbral y descubres terrenos antagónicos.

Un día despiertas. Te asomas a la ventana, ¿dónde están las perlas de la noche? El cielo ha dejado agujeros de la nada y otras nuevas estrellas, aún desconocidas y ajenas, empiezan a florecer, dibujando una nueva danza pero, no te engañes: seguramente, sólo están de paso. ¿Quién dijo que existía la eternidad? Mirar los pasos visitantes, saludarlos con la mano y aprender a decir adiós.

miércoles, noviembre 18, 2009

El príncipe y sus charcas secretas.



Érase una vez un príncipe que no podía dejar de crear charcas secretas.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó la mariposa de colores de sonrisas.

- Me siento muy solo.

- ¿Por qué? Estoy yo.

El príncipe lanzó su mirada de incredulidad y tras despedirse, siguió caminando. En su recorrido, se encontró con otro ser extraño, un manantial estrellado que, sabedor él de las voces del agua, le dijo:

- Me parece escuchar un ruido familiar - el joven empezó a inquietarse: pensaba que era un artista en eso de esconder aguas de tristeza azul.- ¿Pasó algo malo?

- No. Es sólo esta soledad. Me siento un fantasma.

- No es así. Yo te veo.

El joven agradeció la moribunda amabilidad y siguió trazando sus pasos negros e insípidos sobre la bola del mundo, hasta que se encontró con una ancianita muy sabia, muy sabia.

- No bebas demasiado de la tristeza. Te hace mal. - Ella siempre con sus extrañas palabras...

- Es que me siento muy mal, muy solo... Nadie me hace caso.

- Mira hacia atrás- dijo ella.

Al girar la cabeza, vio un monstruo terrorífico y cobarde, una sombra atada a su pie, que al saberse descubierta, enloqueció del miedo, bramó su desesperación y se perdió en los sonidos de la noche. Entonces, los paisajes cincelados con madreselvas, luces y arco iris de cristal volvieron a brillar allá en su firmamento, a salir del rincón de lo ignorado. También un castillo emergió de las profundidades del oceáno y decenas de manos lanzaron sus holas al viento, ojos que sí le veían. Sintió el suave tacto del abrigo verde naturaleza; respiró hondo y se sintió feliz.

- La Sombra es muy pesada. Volverá- murmuró la anciana.- Pero, cuando notes su presencia y duela y pique demasiado, date la vuelta y ahuyéntala, y tus ojos podrán ver otros campos.

domingo, noviembre 15, 2009

¿Por qué estoy aquí?

Hola, soy la burrita Rogelia y no sé por qué acabé aquí, en este mundo de secretos que se esconden ante los ojos velados del mundo. Yo sólo sé que estaba en el jardín, tan feliz, haciendo moverse mi rabo a un lado y a otro, en un incansable compás, mientras trataba de espantar esos puntitos diminutos con alas y tan molestos que no paran de zumbar. El sol, con sus rayos de otoño, me proporcionaba un agradable abrigo. Las hojas doradas dibujaban sus alfombras de oro o se dejaban mecer por la tímida caricia del viento. Los pájaros sonreían y lanzaban sus trinos... Estaba sonando la música de la paz, una paz que se vio interrumpida repentinamente, con los gritos alzados de un grupo de jovenzuelos. Ellos me miraron y uno de ellos, seguidamente, dirigió unas palabras a los demás, en ese lenguaje humano que no logro entender muy bien. Después, otra vez me clavaron sus miradas y un amplio coral de sonrisas se dibujó, al menos, en el rostro de uno de ellos. Creía que vendrían a unirse a la bonita melodía de mis días campestres, no sé exactamente cómo. Quizás, escribieran notas con sus voces varoniles; quizás, también supieran crear sonrisas. Uno de ellos, cogió un palo << ¿Qué va a hacer con eso? >>, pensé. Se situó detrás mío. Levantó mi cola. Posicionó el palo en posición horizontal, hacia la apertura y... Las pesadas montañas del dolor, dada su grandeza, no podría pintarlas con palabras. Lancé mis rebuznos rojos al viento pero, nadie parecía escucharlos. Disparé hacia atrás mis patas traseras pero, era inútil: el desagradable "monstruo de palo" conseguía ágilmente apartarse y luego continuaba con su cruel empresa, ante las sonoras y complacidas carcajadas de los demás. Poco a poco, el sol, la luna, las estrellas, el jardín de piel morena... todo se apagó bajo el inesperado ocaso de mis días.

Estoy aquí, sí, en la noche eterna, que me zambulló entre sus brazos, y no entiendo por qué. Pero, no creo que importe mucho, como sólo era un burro...

viernes, noviembre 13, 2009

Calle extraña.

La calle del mundo es extraña y fría a la vez; últimamente, extremadamente fría. Llora eternos copos de nieve que visten superficies con gruesas capas blancas que hunden pies, manos, cuerpo y corazón. Y la gente cae en sus propias sábanas de seda: la vista se les nubla más allá de sus propias montañas. El sueño de invierno, una pandemia terrible que adormece todo sentido de vida y que nadie quizás sabe controlar.

El mar ruge furioso. Las balas despiertan. El tigre muestra sus garras. Una nueva herida se tatúa en la piel. Los portales están cerrados. Los problemas dibujan su nombre sobre la arena recién mojada.

Hoy, quizás, las patas huesudas de un perro vagabundo se dejan arrastrar por esta ruta de perdición callada y enfermiza, por estas noches de negro vacío o, quizás, pertenezcan a otro visitante extraño. No siempre es fácil caminar bajo el aliento gélido del globo. Y agacha la cabeza y pierde los colores de la esperanza, al sentir el hermetismo de las cerraduras ciegas de cristal, de esos ojos cerrados, de ese olor a oscuridad. Pero, en ese instante, sorprendentemente, una puerta se abre y una melodía risueña de hadas de viento colorea el mundo; nacen haces de luz que eliminan la noche. Sabe que la señora de vestido estrellado volverá tarde o temprano pero, aún así sonríe. ¿Qué sería de él sin esas moléculas de vida?

Sí, definitivamente la calle del mundo es extraña: no termina de definirse en un oscuro o una luz, pese a preferir los negros.

viernes, noviembre 06, 2009

Petición.

Buenos días, tardes o noches, estimados caminantes del mundo:

Estoy muy enfadado; es molesto cuando te ponen otra cara, otro sello que no es tu identidad. Eso es lo que me pasa a mí. No entiendo cómo pueden poner mi nombre, Amor, tan pequeño y tan grande a la vez, a la oquedad lacerante de un agujero tapizado de mentiras ; a una estrella caprichosa que va sembrando sus estelas fugaces en cuantos universos la dé la gana, sin importarle, después, las farolas de una noche de oscuridad. No. No soy esa camiseta recién comprada que en cuanto pierde el aroma de lo nuevo, hace del armario su morada eterna. No soy un rollito de primavera. No soy un éxtasis fortuito y casual de un verano perecedero. No tatúo te quieros en las burbujas juguetonas de una copa de champán, que escapan riendo, sembrando sus besos de miel a otras playas de arenas desiertas. Por favor, no mezclen mi nombre con las cortinas del sexo, gusto o como quieran llamarlo. Yo no soy así.

Yo soy ese viento que te peina el cabello y te susurra al oído allá donde estés. Soy aquél que te canta canciones en las noches sin sol; el abrazo de agua fresca que alivia tu enfermedad y que dibuja sonrisas porque odia verte llorar. Vivo de tus globos de felicidad; son mi alimento, mi oxígeno, mi vida. Coge fuerte mi mano, que aunque la autopista se vuelva rutina, ya no podré caminar sin ti.

Así que dejen de tergiversarme, por favor. No soy sexo, ni un pañuelo destinado al adiós. ¿Por qué quieren echarme? Abran bien sus corazones e intenten recordar lo que era yo.

AMOR.



BSO Ghost.

domingo, noviembre 01, 2009

Alimento necesario.

Entre charcas de barros peculiares y pedacitos de "mar Muerto", apareció su figura esterilizada y aparentemente ágil, a pesar de su incipiente vejez. Un manantial incansable de palabras comenzó a salir de su boca; nos habló de múltiples hierbas extrañas, hierbas del aquí y del más allá del relieve de la piel tostada de nuestro planeta (Turquía, India...). Nos indicó dónde podían comprarse esas hierbas, que según aseguraba eran una caricia para la salud. La conversación era interesante, aunque el ímpetu de ayudar gratuitamente me resultó un poco extraño. << ¿Qué querrá a cambio? ¿Estará intentando ligar? Seguro que quiere algo. >> , esos pensamientos rondaban inconscientemente por mi cabeza. Y otra vez, me envolví en mi abrigo de leve desconfianza con el sexo opuesto. Es una prenda extraña, terriblemente triste pero, de la que contradictoriamente pienso que no viene mal tener a veces como compañera de viajes. El mundo es oscuro y hay lobos que aullan a la luna, escribiendo versos de amor, embutidos en excelentes trajes de corderitos y es entonces, cuando las palabras ya no saben sentir y sólo sueltan sus voces de melodías fingidas y mal disimuladas.


- Soy fisioterapeuta pero, me gusta ayudar a la gente gratis- poco a poco, subimos al barco de su conversación, despacio. Podría decir que tengo prisa, que me están esperando pero, no puedo. El fluir de su río de palabras es atrayente, hechizante, abrumador.


- Somos energía- llega a afirmar mi hermana.


- No lo dudes.- responde él.


La charla dibuja su ocaso en forma de adiós.


No es la primera vez que oigo a alguien afirmar que somos energía. También la Sra. X, creía en ello. A veces, fabricaba extraños y complicados cálculos astrológicos o fascinaba a los demás con sus historias del más allá.


- Somos energía.- afirmaba- La energía es el alma. El cuerpo muere pero, la energía va vagando el mundo durante un tiempo, hasta acabar en otro cuerpo. Lo que pasa es que como luego, Dios nos da otro cuerpo y otro cerebro y no nos acordamos de nuestra vida anterior, aunque las lecciones espirituales son lecciones que se quedan imprimidas en el alma.


La Sra. X, creía que había otro mundo distinto a éste, un mundo hermoso, donde no existía el dolor, el frío o el calor y al que sólo podían pasar las almas que habían alcanzado cierto nivel de evolución. La Sra. X, era una persona peculiar a los ojos del mundo, un halo de misterio la envolvía y atraía como un imán a las personas a las que les abría su cajita de historias, a pesar de que afirmaran que todo lo que decía era mentira.

- Si eres tan sabia, a ver si puedes adivinar lo que estoy pensando- la retó un día A.


La Sra. X lo miró con atención durante un instante. Luego, emitió su veredicto.


- ¡Ha acertado!- los ojos de A. se abrieron como platos, cazados por la sorpresa.

La Sra. X, continúa tejiendo esas mismas historias rodeada de oyentes incrédulos. Quizás les dé un alimento no han encontrado en otro lugar.

viernes, octubre 09, 2009

Más allá de lo que digan.

El vestido abrazaba su cuerpo; perfilaba un baile en cada movimiento; coronaba sus piernas. Se había vestido otras veces de princesa, por las circunstancias, por obligación pero, cada vez le gustaba más. Esta vez, también lo estaba pero, era diferente: un envoltorio raro, semejante al de Bella pero, de otro color, del suave terciopelo del melocotón, envolvía su cuerpo. Los guantes, extendían sus dedos de tela hasta los antebrazos y la cascada de pelo descargaba sus ondas de otoño sobre su espalda. Su madre, posaba sus manos expertas sobre esa particular cáscara aterciopelada, quién sabe, qué último retoque estarían tejiendo sus dedos. Mientras, su padre, con su típico afán de admirarlo todo, exclamaba:

- ¡Qué bonito!

Quizás fuera su madre la que hubiera domado a golpe de cepillo ese revoltijo de mata de pelo, quizás, no; puede ser que la ayudara a ponerse alguna que otra cosa del complicado atuendo, a pesar de que el tiempo va sumando kilómetros y kilómetros en su compás del tiempo, a pesar de que éste la reprocharía su actitud infantil.

- Hay que volar- susurran sus nubes inquietas, sí, ésas que empañan los días de rocío, los días que van quedando en el andén del pasado, con cada nueva pincelada de presente que dan. Trazan puentes inconclusos en el aire, dejan a sus pájaros volar y empujan con sus olas de tomentas; seguro que no entienden de los dulces estadíos, de esos abrazos de amor verdadero, de esas cortinas de eternidad que te protegen de los días de lluvia. Los alejarán con un eco, un susurro de silencio, un golpe más de instantes. Vendrá el autobús del mundo y te enseñará su mundo gris y sus banderas de colores engañosos. Y mientras tanto, los niños seguirán dibujando sonrisas, lanzando globos en el aire.

El vestido de princesa se desdibuja, se remodela, se disfraza de sábana blanca. Ha abierto los ojos. La realidad saluda. Momentáneamente fastidiada, luego sonríe.

- Todas pueden ser princesas y no tienen por qué estar vestidas como tal. La princesa moderna no necesita de ningún príncipe- la dijo alguna vez una vocecita traviesa.- Es más, podemos ser lo que queramos.

Por suerte, alguien pintó puentes de sueños con los que burlar la realidad. Esta noche se acostará, esperando la nueva aventura.

domingo, septiembre 27, 2009

El día se había vestido de gris. El viento ululaba con fuerza y quizás pronto la voz estrepitosa de la tormenta rasgaría el silencio espacial, con el leve contoneo de sus rayos. Qué más daba... de momento, sólo era un perro que ladraba amenazador pero, no llegaba más allá.

Me senté al lado de la playa. El gran libro surgía de entre mis manos y me hacía volar fuera del mundo, de este mundo de hormigón. ¡Era caballero!, ¡princesa!, ¡guerrero! quién sabe... El medievo me había aspirado; recorría sus caminos, me sorprendía, horrorizaba o me hacía suspirar o cubrirme de luto con sus dramas románticos. Las páginas,ese camino blanco que me hacía olvidar el mundo, soñar, vivir con la mente... Pero, de repente, alguien me echó de sopetón de ese lugar lejano: un hombre de camiseta roja, algo entrado en años, me despertó con su voz:

- ¿Qué haces ahí? ¡Que se te va a volar el peluquín! - mi mata de pelo se movía revoltosa al compás del viento, sí, eso que él llamaba peluquín, no sé por qué. El "diablo" rojo y metiche volvió a hacer uso de su voz:

- Pero, ¿por qué lees? ¡Si eso no son más que una sarta de mentiras! ¡Es basura! ¿Por qué lees?

- Porque me gusta.

- Váyase usted a la m..., váyase usted a la m... - repitió una y otra vez, echando furia por su boca. Mientras, ya había alargado la distancia entre él y yo y me había puesto provocativamente en otro banco, posé la vista otra vez en los desiertos blancos con letras negras sin preocuparme demasiado en si él lo ve o no. Una extraña mezcla de rabia y de tristeza corrió por mis venas. Pero, no. No dejaría de leer porque él quisiera: no tenía derecho a estropear mi momento de "teletransportación", mi momento mágico. Si no le gustaba, que mirara para otro lado, que se alejara, que me dejara en mi soledad. Alguien pintó un día diferentes gustos de colores por el mundo, para que vivieran en sintonía, en paz, complementándose y dispersándose pero, siempre con la capacidad de respetarse; una cosa aquí y otra allá, ¿cuál te agrada más? Abrazarse a uno, a varios y seguir su camino como una estrella fugaz y, ¿qué pasará? Nada, mientras no detones la bomba dormida y machaques todo lo que hay alrededor, lo aplastes, lo hagas puré y ni te importe.

Se trazan sueños en cometas de papel, virtuales, de pensamiento... Vuelan por el cielo de un infinito desconocido y conocido a la vez, gigante, voraz, esperando a ser descubiertas, tendiendo el abrazo de su puerta de sueños para ver si entramos.

miércoles, septiembre 16, 2009

Adonde te lleve el viento.


Un tren, tren de aventuras y un sinfín de ciudades...

El hombre coincide con la mujer en el vagón. Ella apenas lleva equipaje. Los dos desconocidos se hacinan en el pequeño habitáculo, sumidos en su muda expresión y en su mundo de parajes desconocidos, cuando de repente, como queriendo sonsacar a esos dos extraños de las sábanas del silencio, comienza la conversación a hacerse figura, a volar, a hacerse patente.

- Y, ¿usted adónde va?- pregunta el hombre.

- No lo sé.- contesta la mujer.

- Pero, irá a algún sitio, tendrá algún plan... No se puede ir a algún sitio sin tener una meta, ¡tiene que haberla!

- No, se equivoca. No tienes por qué tenerla. Yo simplemente voy donde me lleve el viento... No hay por qué planificar nada. Yo voy en un tren y cuando una ciudad me llama, cuando escucho su voz acudo a ella. Varias veces, me he quedado a dormir en un tren...

- Pero, ¡eso es imposible! Ir a un sitio, así, sin ningún destino, sin ningún plan marcado...

- ¡Claro que es posible! Todo es posible. Debería proponérselo.

- No tengo tiempo. Vivo muy ocupado; soy político y ahora voy a una conferencia a París... Apenas he visto últimamente a mi mujer y a mis hijos y les echo mucho de menos. Encima voy con retraso ya... No sé por qué hoy el transporte va tan lento.- El hombre cincela en su rostro la cara de la desesperación y mira con impaciencia su reloj.- ¡Que aceleren ya! - dice en un último grito en el que sus inquietos nervios truenan en forma de voz. Nuevas dudas le asaltan: - Y, ¿cómo puede vivir así? ¿No echa de menos una cama? ¿Un hogar? ¿No siente que pierde el tiempo yendo así, de un lado para otro, sin saber exactamente adonde ir?

- Lo mismo me pregunto yo, ¿cómo puede vivir usted así, tan estresado? Y yo... perder el tiempo ¡jamás! ¡Si es estupendo! Ir así, al galope de la aventura, dormirme un día y no saber lo que me voy a encontrar cuando despierte... Siempre que me es posible lo hago.

El hombre mira con impaciencia hacia la ventana. Está enfadado, enfadado con ese maldito sistema de transportes, furioso, inquieto... Su corazón cabalga en sus pálpitos de aceleración, pisa con fuerza su pecho y la sangre camina frenética por las autopistas del estrés. El tren aminora la marcha. Para.

- Tome, cómprese un vaso de leche calentita, con buenas galletas y relájese.- La mujer ha extendido unas cuantas monedas hacia el hombre. Después, se ha dirigido hacia la puerta.

- Gracias. ¿Se va ya?

- Sí, la ciudad me llama. Piénseselo: siempre podemos cambiar nuestro estilo de vida.- Ella guiña un ojo y desaparece, se esfuma tras la puerta de la gran serpiente férrea.

El hombre se queda pensando arco iris secretos y luego, desaparece, al igual que el tren, el paisaje, la escena de luces... El libro se ha cerrado; se apagó el telón y a mí también me deja pensando, soñando durante unos instantes.

domingo, septiembre 13, 2009

Ceguera.


Lo Pagán, 2009.

De repente, su voz se quebró y sus ojos se inundaron de perlas cristalinas enormes.

- Y mi padre me dice que estoy gorda... Y me llaman gorda...

Yo no quería ver la lluvia en sus ojos. No, no se lo merecía. Bajo ese cielo azul, entre esas aguas someras, intercalé frases típicas, deseando decir algo mejor que lo que suele decir el resto de la gente, darle unas alas eternas que la llevaran un poco más cerca del sol. Pero, como siempre, una aspiradora de lo ridículo, una máquina quitanieves inútil, afianzó su presencia; hace tiempo que duermo en el mundo, aunque esté despierta.

- Yo es que estaba delgada, así como vosotras, pero, desde que me operaron, me cambió el metabolismo... - la voz del llanto escribía sus notas de papel, descargando sus truenos de tristeza.

Rosa Mari, lloraba y lloraba y no se daba cuenta de lo guapa que era. Según la sociedad, según algunos nosotros, no tenía un rostro especialmente bonito ni un cuerpo espectacular pero, su alma era un bello capullito de alhelí, un rayo de sol, una música de primavera en medio de la oscuridad.

Las almas se esconden en su refugio carnal y la condición física, que pesa, que arrastra, limita la vista de horizontes. Una luz maligna, ciega, dibuja desiertos. De repente, el ocaso. Y la luz se esconde, se va. Se desdibuja la fina arena y aparecen colores, nuevos mundos, nuevas habitaciones, que tragará una nueva goma de borrar en un nuevo amanecer de oscuridad.

lunes, julio 27, 2009

Me voy...

El día 1 de agosto, el sol mañanero colisionará con más fuerza en ese pedazo de cielo azul que cubre con su manto ese trozo de tierra que llaman España. Supone que en otros tantos países sucederá lo mismo o peor, pero, no puede acunar con sus manos la palabra "saber"; simplemente no sabe, como nunca ha estado ahí...

El día 1 de agosto se sentirá radiante, feliz. Una maleta o una pequeña mochila se apoyará en su cama. Seleccionará el equipaje con cuidado: meterá las ropas del buen recuerdo, de lo bonito, de lo que brilla, aquélla coloreada del inmenso abrazo de un mar susurrante, agradable, protector. Desechará la fea, la oscura, la pestilente, la que más odia, o eso creerá porque ésta acabará encontrándola igual, entre esa ropita bonita de colores de arcoiris. Y esa ropa horrible, odiosa y roñosa se reirá con carcajadas aparentemente maliciosas que ultrajarán el aire; por lo menos, se habrá librado de sus fantasmas, la habrá encerrado en el baúl del olvido por un tiempo. Sonrisa maliciosa, sí, desagradable, chirriante pero, de repente, verá como lo negro, lo maléfico se borra: al fin y al cabo, sólo ríen las voces de la experiencia, del pasado, las que sólo pretenden cuidar, proteger, aunque no tengan siempre una voz agradable. Entonces, redescubrirá a las voces del tiempo y sabrá de su eternidad en el horizonte de sus días y de su particular sabiduría. Las aprehenderá de nuevo, las hará suyas , hasta que otro día las vuelva a encerrar bajo un pesado candado de vacía indiferencia y, todo será así, como un flujo constante.

P.D1: Voy a estar ausente un mes más o menos. Perdonen si no contesto e-mails, etc.

P.D2: Les dejo una foto que hice del castillo de Alicante, visto por detrás, que si les gusta se la pueden quedar. Estaba nublado y el día ya bostezaba y dejaba caer la noche...


Castillo de Santa Bárbara (Alicante). Junio del 2009.

P.D3: También les dejo una canción, por si quieren entretenerse. Otra pequeña historia en el mundo...



Los fresones rebeldes- Bajo la luz de la luna.

domingo, julio 19, 2009

Eclipses de finales.



Las calles dibujan sus pasos en ruedas, en pisadas. Entes extraños y no tan extraños se mueven y aceleran el tiempo. Las manillas del reloj también acarician los momentos frenéticos con sus manos de metal.

Sale. El mundo es una amarga taza de café, con pequeñas dosis de sacarina que lo endulzan muy de vez en cuando.

Una compañía, compañías que se difuminarán con el tiempo, como ese arco iris que luce en el cielo y que el tiempo se comerá. Y saldrá de nuevo la soledad y cubrirá su cuerpo. Soledad, inseparable compañera de sus viajes. Pero, hoy lo comprende: en realidad, ella nunca perteneció a nadie; nadie gastaría tampoco instantes suficientes intentando separarla de su ama. Pero, no importa, la Soledad, sí que la quiere, es su amiga, su confidente, la que la salva de peligros y la da alas de libertad. Por eso, hoy disfruta del viaje de la cotidianiedad, se pierde en su aroma, borra pensamientos; sólo uno toma forma. Sólo uno escribe en las páginas de su memoria:

- Algún día me iré aun más lejos y recorreré el mundo- sí, algún día.

viernes, julio 17, 2009

¿Has tocado las estrellas?



El éxito se agarró a su cintura y tocó las estrellas. Jamás lo hubiera esperado; fue una grata sorpresa.

Cuando estás ahí arriba, el mundo se ve especialmente hermoso, con esos colores que juegan a encontrarse y a desencontrarse en la inmensidad de un océano. Puedes volar y los kilómetros decrecen bajo tus pies. Eres un diamante en el Universo, que corre de la mano del viento. La euforia se mete en los bolsillos de tu ser, saca su paleta de colores y lo pinta como el más experto pintor. Pero, tanto color puede ser peligroso: puede cegar el alma y corazón; pueden hablar los espejos de lo oscuro e incluso arañar con uñas terroríficas. Eso es lo que le pasó un poco a nuestra protagonista. Ella intentaba zafarse del excesivo baile de arco iris pero, la euforia la mordía el pie y la iba arrastrando poco a poco, con su poder inabarcable a habitaciones sin luz.

Un día, la tocó bajar del pedestal; recoger lo olvidado; recuperar sus ojos. La bajada fue dura, tan dura que aún planea a veces sobre su cabeza el ave rapaz del recuerdo. Pero, aprendió que el éxito no siempre vela por la eternidad.Hay algo que no sabe esa maldita euforia: ella ha observado cada uno de sus movimientos; sabe cómo actúa; se ha hecho más fuerte. Cuando los fuegos artificiales del éxito vuelvan a surcar el azul de su cielo, cuando la euforia vuelva a llamar a su puerta, no dejará que la lleve tan fácilmente a la negrura de lo ignorado.

Si la preguntaran cómo consiguió tocar el techo de estrellas, no sabría qué contestar. Simplemente, un día se hizo muy alta, muy alta y lo atrapó entre sus manos.

Mira los fuegos artificiales, allá, en el cielo. Sus colores bailan al compás de la noche y las perlas del cielo te sonríen desde el infinito. Bonito, ¿verdad? Quizás algún día, puedas envolverte en su fiesta.

- Yo no sé nada- me dice ella- simplemente, estaba durmiendo y de repente me desperté ahí.

domingo, julio 12, 2009

Espía.

Vino. Se sentó frente al ordenador.

- ¿Sabéis quién está en el facebook?

Con actitud inesperta buscó el enlace y tecleó en el casillero la identidad en cuestión; ahí estaba ella, alzando su rostro maquillado, alzándolo y mostrándolo al mundo. Había tirado el miedo al retrete del olvido.

Me he disfrazado de espía silencioso y he paseado mi estela muda por esos lugares cibernéticos; el tecleo de las teclas ha rasgado silencios en esta operación secreta, destapando rostros perdidos en el infinito de mi vida, reviviendo cada una de sus líneas, descubriendo cambios trazados por el infinito del tiempo. Quiero saber más, más de esas nuevas pinceladas que un pintor llamado Tiempo se empeñó en dibujar con una sonrisa socarrona en los labios, la misma de aquél que se sabe invencible. Y por un momento, deseo unirme a esa fiesta de desnudos.

- ¡Ni se te ocurra! ¡Lo está diciendo la Guardia Civil todos los días! Tú quién sabes quién está detrás de una pantalla; hay gente muy depravada por ahí - grita la voz de mi padre dentro de mi cabeza, una voz que hago mía y que pienso que puede tener razón; el mundo de fuera a veces, es demasiado frío, demasiado hostil. Las manos se endurecen cada día con el frío de la adversidad; el corazón se congela, se duerme, se olvida de hablar y aprende a beber el silencio de las palabras; el oxígeno se pierde bajo la almohada. Mueres y aprendes a revivir, revivir, sí, después de que se oscureciera el sol. No. Prefiero no saber de atardeceres y sí de amaneceres, nunca se sabe. No. No me convenceréis. Me he acostumbrado a ese anonimato, a esa caperuza creadora de oscuridad. Me gusta más remodelarme en tu imaginación, mutar mi aspecto en cada uno de tus momentos asentados en sus tiendas de campaña, como el libro que te incita a soñar. ¿Jugamos?

Unos ojos te están mirando. Ya no sé si ahora son de verde selva o de color avellana. Te miran tímidos, escondidos entre un bosque de largas pestañas. Una sombra rosácea planea sobre las superficies para acabar durmiendo sobre, quizás unos párpados y la semiluna de un pálido terreno. Los labios manchados esta vez en carmín, continúan encerrándose en su mutismo. El cabello dibuja ondas en forma de cola de caballo, sólo por esta vez. La noche se ha cernido sobre el cielo azul. La tenue luz pasea sobre la habitación y apenas logra visualizar todos los objetos. El cabello se pierde, se ahoga en esa semioscuridad ¡Espera! ¿Te pareció ver un ligero reflejo castaño? ¡Bah! Quizás fue la imaginación.

viernes, julio 10, 2009

Genética fatal.



Recuerdo a Margarita, la profesora de biología, atenta, amable, buena en sus explicaciones y también aquellos días, donde el agobio se acumulaba en forma de hojas de papel y los cálculos y demás ideas invasoras bombardeaban tu cabeza, se entrometían en tus pensamientos, incluso en tus sueños. El agobio de hoy es diferente: es una agonía silenciosa que se acumula día a día. Es búsqueda, una pieza que busca encajar en un puzzle de existencia.

Y llegó el día en que nos enseñó algo de genética, esos esquemas donde un hombre y una mujer descubrían los genes de una determinada característica sobre el papel y se nos hacía una pregunta tipo: si un hombre tiene, en cuanto a ojos, gen dominante de color marrón y un gen recesivo de color azul y la mujer tiene la misma combinación ¿qué probabilidades hay de que sus hijos tengan los ojos azules? Nosotros éramos los que jugábamos sobre el papel, cruzando los genes de uno y de otro, dibujando posibilidades. Un gen dominante es un egoísta, nunca deja manifestarse físicamente a un recesivo cuando le coge de la mano.

Sí, Margarita siempre estaba dispuesta a ayudarte. Era como un bálsamo de paz donde cabía toda la paciencia del mundo. Sólo había una cosa que no estaba dispuesta a volver a hacer.

- Profe, ¿me dices qué posibilidades hay de que yo y mis hermanos seamos grupo 0?

- No, eso sí que no lo puedo hacer.

No, no volvería a trazar un esquema así para nadie, nunca más. Aquélla era la misma pregunta que esa moza inocente, le hizo hace años y ella, tan dispuesta y entregada como siempre, había procedido a tintar su deseo de realidad. Ni ella ni la alumna hubieran imaginado la tormenta que les vendría encima, el enorme chaparrón que acabaría mojándolas a las dos pero, que sobre todo atravesaría el alma de esa chiquilla curiosa.

- Mis padres tienen grupo 0- la informó- y yo soy A positivo.

- No puede ser...

- ¿El qué no puede ser?

Cuánto quisiera Margarita haber podido dar marcha atrás, haber podido deshacer ese "sí, te lo hago" ¡Maldita la hora en que lo esbozó en el aire, en que lo desveló del pensamiento! ¡Maldito su buen hacer, su manía de ayudar y apoyar siempre a sus alumnos! No, aquéllo no podía estar pasando, debía de ser un error.

- ¿Estás segura de que tus padres son 0 y tú A?- latidos trémulos hablaban en secreto.

- Sí, a mis padres les hicieron las pruebas hace tiempo y a mí también.

- Oye, mejor otro día...

- Profe, no me dejes así... Ya lo has empezado...- Sí, ya había empezado, ¿cómo decirla que no la daba la gana ahora de seguir? Había dicho que sí: no había vuelta atrás.

- 0 es un gen recesivo y A es un gen dominante. Si tus padres son 0, significa que no tienen gen dominante: los dos tienen la combinación 00 y todos sus hijos serían 0, no podría haber otro grupo, quizás tú...

Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Parte de aquéllo en lo que había creído se desmenuzaba en mil pedazos, se caía de los bolsillos de su identidad, se convertía en bruma para finalmente suspirar un adiós. ¿Quién era realmente? ¿De dónde venía?

domingo, junio 28, 2009

Paseo del ayer.

Las adolescentes o niñas (ni siquiera lo recuerda bien) se remangaban ligeramente la falda y la hacían bailar en incansable baile alrededor de sus piernas. Daban vueltas en círculo; sus ropas se habían transformado, repentinamente, en las de unas de esas damas de épocas antiguas que lucían vestidos ostentosos, de princesas y cuyos corsés y demás complicaciones apenas las dejaban respirar. Entonces, de la nada, la sala se empezó a llenar de personajes distinguidos, con extraños looks que los años se habían encargado de empolvar. Pero, las chicas no le dieron importancia: ellas eran felices, moviéndose en ese mundo irreal pero, tan real al mismo tiempo... hasta que...

- ¡Niñas! ¡No os comportéis así! ¡Que ya tenéis... añazos!- vociferó la madre.

De nuevo el salón estaba completamente vacío, pero seguía vistiendo ese atuendo tan elegante, lujoso, precioso como la belleza de piedras preciosas. Sólo el padre, la madre, la hermana y quizás alguien más, estaban allí; simplemente, se habían dejado llevar por el hechizo de esas paredes kilométricas, de ese cielo de exquisitez, de las cientos y cientos de baldosas.

Ese día de los noventa, no me traje cámara, así que lo único que puedo ofrecerles es esto:


Salón de baile del Casino de Murcia, tomada de la página Pueblos-espana.


Fachada del Casino de Murcia, tomada de Wikipedia.

El imponente Casino de Murcia, se asienta en la calle Trapería, que duerme y vive eternamente cerca de la vieja catedral. Allí, contaron que un día entró un hombre; aquel día y a aquellas horas la iglesia estaba a punto de cerrar. Sólo era un desolado desierto, salvo por una pequeña figura, sentada en uno de los bancos, encorbada, rezando frente al altar. Figura femenina. Y al verla, el hombre empezó a crear palabras; la mujer alzó la cabeza al instante y el hombre sintió que le faltaba la voz. La expresión de su rostro se congeló en el tiempo y sus ojos se abrieron como platos. Quería correr pero, al mismo tiempo no podía; no poder hacer, no poder actuar. Conocía cada milímetro de ese rostro, cada arruga y cada gesto que se dibujaba en su línea del tiempo. Era una familiar suya, una persona cuyo viaje por la vida sabía que había finalizado hace tiempo. Había sabido de su último respiro, de los últimos momentos en que había observado en esta gran bola redonda, antes de cerrar sus ojos para siempre. ¿Cómo era posible?

- Ya me voy - musitó, quizás, el cuerpo viejo de mujer.

Se levantó lentamente y trazó sus cansados pasos, al tiempo que su silueta se difuminaba en la invisibilidad de un infinito desconocido.

Un escalofrío recorrió la espalda de la joven de principio a fin, mientras la anterior historia cobraba vida en sus oídos.

Murcia,2006.

viernes, junio 19, 2009

Voces nocturnas.


El centro de la ciudad nunca acallará su voz: le da igual que sean las diez de la mañana o las tres de la madrugada ; quizás su voz hoy sea de tablao flamenco con sabor a palmas y a castañuelas, o quizás simples bramidos vencedores de todo obstáculo, incluso de sueños.

- ¡Que te rajo! ¡Que te rajo!- Una navaja brilla bajo la luna.
- ¡@%&%&!

Unas jóvenes regresan a las siete de la mañana, enfundadas en un escaso trozo de tela que apenas alcanza a tapar más allá de donde se ocultan sus secretos. Ríen y se abrazan a las nuevas camisetas masculinas, sí, nuevas, porque quién sabe, quizás pronto se cansen de ellas y las cambien por otras más novedosas; las cosas parece que son así: se encuentra un nuevo producto en el mercado, se usa y se cambia por otro en cuanto pierde el color de lo inicial y se convierte en costumbre. Pero, no hagan demasiado caso a esta observadora de ventanas, de paisajes, de texturas, de sabores: son mundos distintos que colixionan; el mío, quizás el tuyo.

Un banco también es un buen emisor de graznidos a las altas horas de la noche.

Son sólo unos ejemplos, para que X. se levante y marque el teléfono de la policía, a la vez que se pregunta que por qué tan pocos vecinos se atreven a hacer lo mismo. Y mientras, yo agradezco el poder dormir en una habitación interior.

Recuerdo cuando nos trajeron al inglés. Acababa de llegar a España con su música y su maleta de ilusiones. Sí, el mismo que se horrorizaba al intentar pronunciar la "r" fuerte española.

- Ouch! It's horrible- y se tapaba el rostro con ambas manos.

- Tú vas en el avión todo cansado y lo que menos te apetece es aguantar a un español al lado, gritando por el móvil - dijo mientras imitaba a alguien ensañando fuertes golpes de palabras sobre un pobre teléfono. ¿Qué pensaría de nuestras calles? Calles que acunan esencias ya no sólo españolas. Alaridos que rasgan el cielo estrellado, que molestan, que arañan en la gigantesca ciudad. Telas de colores dispares, de olor a asfalto y que sin embargo y a pesar de todo, casi siempre suelo amar.

miércoles, junio 10, 2009

El arte de la imperfección.



Se fue, se fue de mi vida, como las tormentas de verano. Porque como dicen, la gente viene y va y venimos y nos vamos, nos fundimos en el abrazo del tiempo limitado. Despedida, dama silente a veces, porque no quiere hablar. Y nos aferramos a las personas como clavos ardiendo, como el pedazo de hierro destinado a él, que lo espera y lo recibe. Pero, no nos damos cuenta que también nosotros partimos de los mundos de alguien: siempre es más fácil mirar a los demás, que mirarse uno al espejo y reconocer lo que los ojos no quieren ver. Quejidos, quejidos porque aquél partió y nos dejó en el cajón del olvido. Es ese frío de vacío que te envuelve de vez en cuando con ese nuevo amanecer. Sí, ese maldito vacío, que te ciega y te hace tomar amargos tragos de café. No siempre es fácil aceptar una despedida, su olor... ¡Maldito agujero de vacío que taladra el corazón a veces! Él tiene la culpa, porque no nos deja aceptar y enturbece nuestro sol con o sin razón. Pero, ese vacío, ese boquete, no es tan malo: es la condición de lo humano, los sentimientos latentes que vuelan a ras de piel, que te susurran en las noches de tus días:

- Aún no eres un monstruo. Quizás sólo estabas dormid@ y hoy despertaste un poquito.

Lo humano, sinónimo también de imperfección.

Y él también se fue; es la naturaleza general y flotante. En ese último día. El último día. Su mirada, nuestras miradas dibujaron los rostros por última vez y nos dijo:

- No cambiéis nunca. Los defectos y virtudes son lo que nos hace ser cada uno. Cada uno simplemente por ser, puede aportar siempre algo. Yo he aprendido mucho de vosotros también. Yo sé que la vida puede cambiarlo a uno, pero... en verdad, no os perdáis del todo, eso os pediría.

Amarse a uno mismo.

El día en que nacimos, alguien cogió una balanza: a un lado, colores de negro; al otro, colores de arco iris. No importó que estuviera desequilibrada. Y los usó. Porque el arte no entiende de equilibrios, porque cada obra es única.

domingo, junio 07, 2009

Sabor a verano.

Mis pasos acarician el paso de la aventura. Ella siempre está ahí, vestida de ciudad, quizás desconocida, o de campo o de mar...

Tras la caminata inmensa del sábado, la noche me acogió en el regazo de sus estrellas de sueños y no me dejó despertar mientras duró su canción. Andar, andar sin cesar, suele ser un excelente antídoto contra posibles insomnios enemigos; un hombre, que se levanta de su sedentarismo, decide tomar la aventura de su vaso de cristal y sus pies respiran libertad, nadando en pasados presentes.

Domingo. Un día y el dorado rey del cielo nos recibe, con un poco de viento, eso sí.

Lo Pagán ( Murcia, al sureste español) exhibe su ambiente de verano. Pero, Lo Pagán tiene algo muy, muy especial: lo que alguna gente suele llamar Los Barros. Los Barros son un conjunto de aguas estancadas con cieno. La gente, se embadurna, se envuelve en ese peculiar vestido gris oscuro que conforme el sol lo vaya estrujando entre sus dedos de fuego pasará a ser gris claro. Meterse ahí es como pisar una esponja bastante pringosa.

Alguna gente, habla de milagros curativos:

- Pues a mí desde que me meto ahí, ya no me duele la rodilla.

Dicen que este barro sirve para problemas reumáticos sobre todo y para la circulación. Yo no puedo asegurarlo, ya que a mí no me pasa nada. Lo que sí que noto es una piel suave como la seda. Mi pariente también se la toca.

- Está como un guante.- Asegura.








El sabor del verano, nos alcanzó, nos envuelve, nos empapa en sus gotas candorosas pero, también en su buena cara que nos hace abrazar mares inmensos, absorber la frescura de un refresco... Sin duda, sabor a verano.







¡¡Sí!! ¡¡¡Sabor a verano!!! Oh!! Yeah!!